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Writer's pictureElidio La Torre Lagares

Conversación inacabada: an unfinished conversation

Updated: Aug 25

Olga Nolla fue la primera persona que vio potencial de publicación de alguno de mis poemas. || Olga Nolla was the first person to recognize the publishing potential in some of my poems.


El poema se explica solo. Eso me lo dijo una vez Olga Nolla, a quien la Revista Le.Tra.s le rinde homenaje en el número 2 de su volumen 9 en 2024. La editora, Consuelo Martínez Justinano me invitó a rendirle homenaje a la escritora, fallecida un 30 de julio de 2001 en Nueva York. Fue en el desaparecido Café Seda que la conocí primero, durante una de las lecturas de la ilustre Guagua de la Poesía que organizaba Néstor Barreto. Para entonces, en los noventa, yo era relativamente un novato (de algún modo, me gusta seguir siendo), y en esas lecturas conocí a Ángel Luis Méndez, Roberto Net Carlo, Iván Silén, Yvonne Orchard, Etnairis Ribera y, por supuesto, a Olga Nolla.


La noche prestó oído a mi escritura fue cuando hice lectura de unos poemas eróticos que para entonces me parecían muy a tono con los tiempos y con mis búsquedas. Al terminar mi lectura Olga me llamó a su mesa, me sentó a su lado y luego de preguntar quién yo era y qué yo hacía, me dijo: «Me gustaría incluir tu poesía en la Revista Cupey».


Y así fue.


Luego me tocó editar y diseñar libro El caballero del yip colorado, que salió bajo Editorial Cultural. Nuestra amistad se había enlazado mucho más intenamente cuando Olga publicó El manuscrito de Miramar y yo andaba con ella de tour por las librerías alrededor de la isla, pues mi compañera Ana Ivelisse estaba a cargo de la publicidad de Alfaguara, con la cual yo estaba vinculado en Puerto Rico.


Hablamos de tantas cosas. Pero no hay más historia por ahora. El poema se explica solo.



Conversación inacabada

Por Elidio La Torre Lagares

 

A Olga Nolla

 

 

cuando regrese de Nueva York,

hablaremos, dijiste

 

yo esperaba que leyeras aquel

libro de poemas eróticos

que descubriste años antes

durante una noche en que San Juan

nos poemaba en la casualidad—tú,

la gran Olga; yo, el poeta que apenas

comenzaba y que de entre tantas

voces hechas tuviste a bien escuchar

 

la mía

la inacabada

 

nos succiona el delirio pélvico—

decía hacia el final de mi poema—

y comenzamos a abrirle surcos al Infinito:

Dios debe estar cerca, concluía

 

entonces vi tu sonrisa tajar el aire

y pedirme que fuera hasta ti

déjame leerte, déjame abrazarte

y del gusto acordamos que cuando

yo terminara mi libro, con gusto me leerías

 

el erotismo es un lenguaje

que no todo poeta sabe hablar

¿sabes?, concluiste

 

la poesía tiene enormes vacíos

agrietados como paredes viejas

y por ahí se asomó tu rostro, pensé,

cuando la mecánica del universo

engranaba con cada palabra que

liberabas y yo pensaba en la forma

de la luz que destellaba en tus ojos

cuando me hablaste de la soledad

que traen los poemas porque no hay

marcha atrás, sentenciaste, pues una

vez haces que los pájaros canten, es

porque fuiste expulsado del paraíso—

y yo con mi mirada desentendida

de las huevas que desovabas cuando

te dije que yo solo escribía frágiles nadas,

y me contestaste que frágil ya es

el mundo, y mientras yo no llorara,

la vida estaría llena de dulces mujeres

prohibidas y doncellas en yips rojos—

merecía que me leyeran, y te llevaste

mis poemas para volar en Cupey

 

nunca regresé de mi agradecimiento

pero tú nunca regresaste de Nueva York

 

el libro permanece inédito



 

The poem must explain itself. Olga Nolla once told me that. Revista Le.Tra.s pays tribute to her in issue 2 of its 9th volume in 2024. The editor, Consuelo Martínez Justiniano, invited me to honor the writer, who passed away on July 30, 2001, in New York.


It was at the now-defunct Café Seda, during one of the readings of the illustrious Guagua de la Poesía organized by Néstor Barreto. Back then, in the nineties, I was relatively a novice (in some way, I like to think I still am), and during those readings, I met Ángel Luis Méndez, Roberto Net Carlo, Iván Silén, Yvonne Orchard, Etnairis Ribera, and, of course, Olga Nolla.

The night she approached me, I had read some erotic poems that at the time seemed very in tune with the era and my own explorations. After the poem, Olga approached me and said, "I’d like to include your poetry in Revista Cupey."


And so it was.


Later, I had the opportunity to edit and design the book El caballero del yip colorado, which Editorial Cultural published. Our friendship had deepened even more when Olga published El manuscrito de Miramar and I sidekicked her on the book tour around the island’s bookstores, as my partner Ana Ivelisse was in charge of marketing authors for Alfaguara, with which I was affiliated in Puerto Rico.


We talked about so many things. But there's no more story for now. The poem explains itself.



Unfinished Conversation


When I Return from New York,

we will talk, you said

 

I was hoping you would read that

book of erotic poems

that you discovered years before

during a night when San Juan

was weaving poetry into chance—you,

the great Olga; I, the poet who was just

beginning, and among so many

voices already made, you were kind enough to listen

 

to mine

the unfinished one

 

we are drawn into the pelvic delirium—

I wrote towards the end of my poem—

and we begin to carve furrows into the Infinite:

God must be near, I concluded

 

then I saw your smile slice through the air

and you asked me to come to you

let me read to you, let me embrace you

and with pleasure, we agreed that when

I finished my book, you would gladly read me

 

eroticism is a language

that not every poet knows how to speak

you know? you concluded

 

poetry has enormous voids

cracked like old walls

and through there your face peeked, I thought,

when the mechanics of the universe

meshed with every word that

you freed and I was thinking of the shape

of the light that sparkled in your eyes

when you spoke to me about the loneliness

that poems bring because there is no

turning back, you decreed, for once

you make the birds sing, it’s

because you were expelled from paradise—

and I with my gaze oblivious

to the eggs you were laying when

I told you that I only wrote fragile nothings,

and you replied that fragile already is

the world, and as long as I didn't cry,

life would be full of sweet forbidden

women and maidens in red jeeps—

I deserved to be read, and you took

my poems to fly in Cupey

 

I never returned from my gratitude

but you never returned from New York

 

the book remains unpublished

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